OSVALDO PÉREZ, UN DIRIGENTE DEPORTIVO QUE DEJÓ HUELLAS MUY PROFUNDAS EN EL DEPORTE CHAQUEÑO

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Nació el 17 de enero de 1923 en la ciudad de Santa Fe. De muy chico sintió la soledad de la falta de padres; quedó huérfano a los 15 años y se aquerenció en el Chaco, adonde venía en busca de trabajo, amor y calor de familia.
Su primer trabajo fue en Molinos Río de La Plata, luego tomó como profesión la de viajante de comercio y más tarde la de comerciante, cuando junto con Héctor Eijo —su socio y amigo— abrió las puertas de Cuero Comercial.
Su vida estuvo ligada íntimamente a la dirigencia deportiva, en sus dos pasiones: la Federación Chaqueña de Pesca y Lanzamiento y el Club de Regatas Resistencia.
En las dos instituciones pasó por muchos cargos, hasta concluir con los mandatos de presidente. En ellos su marca es indeleble, sobresaliendo entre muchos por sus ideas y proyectos, que se ejecutaban con rapidez. Sus mayores virtudes fueron las horas de trabajo dedicadas, la honestidad como premisa fundamental, la dignidad, ante todo, la justicia y la rectitud.
Su carácter fuerte y su presencia se hacían notar permanentemente, imponiendo respeto y admiración. Siempre supo rodearse de la mejor gente para llevar a cabo el objetivo. Una de sus mayores virtudes era el respeto del estatuto —a rajatabla, no según conveniencias—; y cuando lo hizo reformar, fue para que los presidentes no se eternizaran en los cargos. “Mandato cumplido, mandato terminado”, y así lo hizo: cuando cumplió sus mandatos dejó sus cargos para el próximo presidente, como debe ser en todos los órdenes. Adoptó una frase (que era su lema): “Los hombres pasan, las instituciones quedan”.
Durante su mandato de presidente en la Federación Chaqueña de Pesca y Lanzamiento se adquirió la sede social, donde hoy se encuentra, en calle Liniers al 750. Cuando la Federación organizó el Primer Torneo Nacional del Dorado, en la Isla del Cerrito, su primer campeón nacional fue Osvaldo Pérez, acompañado de su gran amigo Raúl Pitteri. Fue el adalid de la lucha por el conservacionismo de la especie ictícola, del Río Paraná. Después de bregar durante muchos años por esta idea, recién ahora se está tomando conciencia del tema.
En el Club de Regatas dejó su huella como legado a los próximos directivos: se pasaba horas de su vida en el club tratando de ordenar y fundamentalmente de dirigir al personal, que lo recuerda con un gran cariño, a pesar de su dureza en el trato para con ellos. Siempre predicó con el ejemplo. Las obras más importantes del club se realizaron con su presencia en las distintas comisiones y esto lo recuerda muy bien la gran masa societaria: los momentos de esplendor, en que el Regatas contaba con más de doce mil socios, fueron durante su presidencia.
La Asociación de Básquetbol de Resistencia realizó un justo homenaje al ex dirigente de Regatas con la entrega de una plaqueta y medalla alusiva. Donde dicha institución dio a conocer el inicio del Torneo Oficial 2007, que llevara el nombre de Osvaldo Pérez.
Contaba que vino de su Santa Fe natal en busca de amor y una familia. Lo encontró en mi madre, en su querida “Cococha” (un día de campo en la estancia de los Kesqui), con quien construyó la familia chica y adoptó la grande, la de los Beveraggi.
La parte afectiva e íntima la guardo para mí, solamente voy a decir que es un orgullo pertenecerles.
“Un dirigente que dejó impresa su marca personal”
Quiero recordar a uno de aquellos dirigentes de antaño que dejó impresa su marca personal y el sello inconfundible de su trabajo arrollador. Impresionaba su tamaño, y también su vozarrón.
Me refiero a don Osvaldo Pérez, que además fue integrante del Consejo Asesor del Deporte en la que tal vez fue una etapa en que fueron atendidas con especial atención las necesidades de las distintas disciplinas. La Casa del Deporte, la adquisición de un colectivo para realizar viajes al interior o fuera de la provincia, decía Edison Omar Rodríguez
Osvaldo Pérez, “el gallego”, así de sencillo
Don Osvaldo expresa con sentimiento que el Club Regatas es merecedor de todo su afecto, de su gran cariño, ese hogar que lo tiene por socio desde hace ya más de cincuenta años, cuando aún la sede principal estaba “del otro lado” del Río Negro.
La reflexión final tiene que ver con el río de sus amores… “Antes pescábamos con cucharas enormes, cromadas: eran pedazos de paragolpes de coches. No usábamos señuelos como ahora… Había muchos, muchos peces, si hasta hacíamos concursos de entrecasa con los amigos y en lanchas salíamos, para ver quién pescaba más.
Tal vez, por esa misma población ictícola tan rica, nos extralimitábamos.
Hoy, lamentablemente, quedan muy pocos peces. Hay que cuidar, hay que preservar. Hay que atacar las causas de la depredación y la matanza. Este río es único y también les pertenece a generaciones futuras.
Don Osvaldo Pérez… “El Gallego Pérez”, con todo respeto y gran admiración”, decía Marcelo Lagranja.
Hoy, la plazoleta frente a su querido Club de Regatas Resistencia, lleva su nombre.

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